¿Alguna vez te has sentido persistentemente ansioso, sin importar cuántas veces reflexiones sobre las promesas de Dios? Tus pensamientos estresantes son como granos obstinados en la cara de tu alma, que no se inmutan ante el pinchazo de Romanos 8:28 y cualquier otro pasaje sobre el cuidado soberano de Dios. Las incesantes recitaciones de «Dios hace que todo sea para bien» han dejado tus problemas doloridos y sangrantes. Tu preocupación sigue ahí. Derrotado y agotado, ¿qué debes hacer?
¿Necesitas simplemente creer con más fuerza? ¿Deberías cerrar los ojos, reunir un poco de fe y realizar un movimiento de judo espiritual sobre tus dudas? ¿Estás ansioso porque te has pasado tres minutos navegando por Instagram que se hicieron más largos? Si te comprometieras a hacer una pausa de un mes , ¿tu ayuno de redes sociales te transportaría a la serenidad emocional? O tal vez tu ansiedad es un problema de orgullo, y lo que necesitas hacer es dejar de ser un sabelotodo y confiar en un Dios soberano.
Ciertamente, lucho contra la duda. Soy culpable de navegar ansiosamente por las publicaciones de otras personas ansiosas en cantidades poco razonables de tiempo. Mi alma clama regularmente por la autoridad que solo pertenece a Dios. Pero mientras que abordar estas áreas ha frenado ocasionalmente mi ansiedad, a menudo no lo hace.
Quizá te sientas identificado. ¿Qué debemos hacer?
No voy a pretender ofrecer una respuesta sencilla a una pregunta tan difícil y con tantos matices. Sería poco realista y, sinceramente, cruel. Pero en Mateo 6:19-34, Jesús ofrece otro enfoque. Antes de llamarnos a confiar en Él, nos dice que lo atesoremos.
Atesora a Dios primero
No hay nada complicado en la enseñanza de Jesús en este pasaje, ni tampoco en su estructura. En los versículos 19-24, Jesús quiere que atesoremos a Dios y, en los versículos 25-34, Jesús quiere que confiemos en Dios. Atesorar y confiar. Directo, ¿verdad?
Lo que me parece fascinante es cómo Jesús conecta estas dos secciones. Después de llamarnos a atesorar a Dios, dice: «Por eso les digo… no se preocupen» (énfasis añadido). Hagan tesoros en el cielo, por lo tanto, confíen en Dios. Es una forma curiosa de decirlo.
Hay algo en lo que atesoramos que nos permite —o no nos permite— confiar en Dios. Si atesoramos a Dios, podemos confiar en Él. Pero si atesoramos algo más o a alguien más, no confiaremos en Dios. La ansiedad parece balancearse sobre el eje de este adverbio: «Por lo tanto».
Si atesoras a Dios más que las preocupaciones de este mundo, entonces puedes confiar en Dios en medio de las preocupaciones de este mundo
Con una sola conjunción, Jesús da sentido a la mayor parte de mi ansiedad, quizá a la mayor parte de la ansiedad del mundo. Es asombroso lo que hace aquí. Toma estos dos hilos del tesoro y la confianza y los teje juntos en una verdad: si atesoras a Dios más que las preocupaciones de este mundo, entonces puedes confiar en Dios en medio de las preocupaciones de este mundo.
Por qué no confiamos en Dios
Lo contrario también es cierto: si no atesoras a Dios más que las preocupaciones de este mundo, no confiarás en Dios en medio de las preocupaciones de este mundo. ¿Por qué? Porque Dios no ha prometido proteger nuestros tesoros terrenales. Mientras Él obra todas las cosas para nuestro bien, puede retener lo que más valoramos. Podemos perder la aprobación de los demás o el éxito en el trabajo para que Él nos conforme a la imagen de Su Hijo (Ro 8:28-29).
Recordar las promesas de Dios, reducir el uso de las redes sociales, conocer tu lugar ante Dios, todas estas son prácticas útiles. Pero si no atesoramos a Dios, nunca confiaremos en Él. No es que hayamos olvidado las promesas de Dios de cuidarnos. Sabemos que podemos confiar en Él. El problema es que valoramos más a nuestros ídolos que a Dios. Y como Dios no ha prometido proteger a nuestros ídolos, lo que es más valioso para nosotros es vulnerable. Proteger lo que valoramos se convierte entonces en un trabajo a tiempo completo. Pregúntale a a Madonna, quien dijo:
Siempre estoy luchando con [el temor a ser inadecuada]. Supero una etapa y me descubro como un ser humano especial, y luego llego a otra y pienso que soy mediocre y poco interesante. Y encuentro la manera de salir de eso. Una y otra vez. Mi impulso en la vida proviene de este horrible temor a ser mediocre. Eso siempre me empuja, me empuja. Porque aunque me he convertido en «alguien», todavía tengo que demostrar que soy «alguien». Mi lucha nunca ha terminado y probablemente nunca terminará.
Sentirse especial es su tesoro. Dado que tiene grandes dotes musicales, cada letra y cada melodía le sirven de guardaespaldas, protegiendo con temor el trono de su corazón.
Tú y yo no somos tan diferentes.
Si tu tesoro está en la tierra, tu estabilidad emocional está en peligro. Mateo 6:25 entonces significa para ti: «Por tanto, preocúpate por tu vida. Preocúpate por lo que vas a comer y por lo que vas a beber. Preocúpate por tu cuerpo y por lo que te vas a poner. ¿Acaso tu tesoro terrenal no pende de estos hilos terrenales?».
Si tu tesoro está en la tierra, tu estabilidad emocional está en peligro
Pero si atesoramos a Dios, podemos confiar en Él cuando hemos demostrado no tener éxito y no ser amados, cuando perdemos comodidad, poder y control. ¿Cómo? Ya tenemos todo lo que necesitamos en Cristo. Nuestro tesoro está a salvo.
Tesoros en el cielo
En lugar de forzarte a confiar en un Dios que no protege a tus ídolos terrenales, es más eficaz identificar primero a esos dioses falsos. Observa cómo Jesús satisface tus deseos, y luego reflexiona sobre las promesas de Dios de proteger tu tesoro celestial.
Cuando mi éxito personal está en peligro, soy propenso a la ansiedad. Así que necesito reflexionar sobre cómo Jesús ha tenido éxito por mí, cómo ha sido perfecto en mi lugar. Entonces, después de trasladar dolorosamente mi preciado éxito de la tierra al cielo, por fin puedo respirar, sabiendo que nada en la tierra puede tocar mi tesoro en el cielo.
Combatir la ansiedad de esta manera no es fácil. No puedes simplemente detenerte en un autoservicio, pedir un versículo bíblico con una dosis de inspiración y seguir tu camino sin ansiedad. Requiere tiempo identificar tus tesoros terrenales. Necesitas detenerte, bajarte del auto y ver cómo Jesús se ofrece a Sí mismo como un tesoro mejor y más confiable. Pero si lo haces—si lo atesoras—podrás confiar en Él.
Atesora a Dios; por lo tanto, no estés ansioso.
por Caleb Batchelor
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