DÍA 42 Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey. 2 Samuel 9:13 Mefiboset no era un gran adorno para la mesa real, sin embargo, tenía un lugar permanente allí porque el rey David reconocía en él los rasgos de su amado amigo Jonatán. Y al
DÍA 42
Tullido de ambos pies, Mefiboset vivía en Jerusalén, pues siempre se sentaba a la mesa del rey. 2 Samuel 9:13
- De la pluma de Charles Spurgeon:
Mefiboset no era un gran adorno para la mesa real, sin embargo, tenía un lugar permanente allí porque el rey David reconocía en él los rasgos de su amado amigo Jonatán. Y al igual que Mefiboset, podemos alzar nuestro clamor al Rey de gloria: «¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!» (2 Samuel 9:8). Sin embargo, el Señor nos consiente con el placer de su cercana comunión porque ve en nuestra apariencia las características de nuestro amado y apreciado Jesús.
Por lo tanto, el pueblo del Señor es amado para él por causa de otro, dado que esta clase de amor es el que el Padre derrama en su «Hijo unigénito» (Juan 3:16). Por amor a su Hijo, él eleva a los hermanos inferiores de su Hijo, de la pobreza y el destierro a un sitio de amistad con la realeza, con rango de nobleza y provisión digna de reyes. Y su deformidad jamás los privará de sus privilegios, porque la cojera no es una barrera para ser hijo. Es más, una persona discapacitada es tan heredera como si fuera «una gacela» (2 Samuel 2:18) como fue Asael.
Nuestro derecho de herederos jamás cojeará, aunque nuestras fuerzas lo hagan. La mesa del Rey es un refugio noble para nuestras piernas lisiadas, y en la mesa festiva del evangelio aprendemos a «[alardear] … de [nuestras] debilidades» porque «el poder de Cristo» descansa en nosotros (2 Corintios 12:5, 9).
No obstante, una discapacidad severa puede empañar el carácter hasta del más amado de los santos a los ojos de muchos. Por ejemplo, Mefiboset disfrutaba del festín con David a pesar de que su discapacidad en ambos pies le impidió huir con el rey cuando este escapó de la ciudad. Como resultado de su incapacidad para huir, su siervo Siba lo calumnió y lo acusó horriblemente (ver 2 Samuel 16:1-4).
En sentido espiritual, los santos cuya fe es lisiada y débil y cuyo piadoso conocimiento está limitado, son fracasados. Son vulnerables a muchos enemigos e incapaces de seguir al Rey por donde él los dirige.
Su «enfermedad» de ser lisiados con frecuencia es el resultado de haber caído en pecado, consecuencia de la falta de alimento espiritual durante su infancia como creyentes. Esto hace que a menudo los convertidos caigan en un abatimiento del que nunca se recuperan o, en otros casos, conduce a pecados que dan como resultado «huesos rotos» en un sentido espiritual.
Señor, haz que «el cojo [salte] como un ciervo» (Isaías 35:6) y satisface a todo tu pueblo con el pan de tu mesa.
- De la pluma de Jim Reimann:
En las Escrituras se compara la vida espiritual con una carrera que tenemos que correr. Sin embargo, si tenemos una discapacidad espiritual, es imposible que corramos. Y cuando estamos en esa condición no debemos culpar al Señor, porque él nos ha provisto de todo lo necesario para correr la carrera que nos llamó a correr y jamás nos descalifica porque alguna vez hayamos sido cojos. Como lo expresa Spurgeon hoy, es el pecado el que produce nuestra cojera espiritual, por tanto «despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante» (Hebreos 12:1).
Sí, Dios en su soberanía no solo nos dice por dóndecorrer, señalándonos nuestra carrera en particular, sino que también nos dice cómocorrer:
«¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, però sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan» (1 Corintios 9:24).
«Vuelvan a Mí». Devocionales 365. Ch. Spurgeon y Jim Reimann.
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