Querido amigo cristiano, seré franco contigo para no darle tantas vueltas a la introducción: los «apóstoles» autonombrados hoy en día, o nombrados por esa especie de burguesía que se percibe a sí misma como la élite del protestantismo, no son más que hombres (en la mayoría de casos) con el afán pretencioso de una posición de poder y prestigio.
Los apóstoles modernos en nada se parecen a los apóstoles de la iglesia primitiva. En nada. Échale un breve repaso al libro de los Hechos y al mismo ejemplo del apóstol Pablo (último de ellos), y apreciarás su noble sumisión a la tarea de la evangelización, sus deseos de servicio a la comunidad sin mayores pretensiones, su vocación de padecimiento, su compromiso con la causa a sabiendas de que podían sufrir el martirio. Andaban desprovistos de toda vanidad y presunción, a pesar de que el poder del Espíritu Santo residía sobre ellos ejecutando todo tipo de milagros y prodigios, lo cual los confirmaba como los verdaderos apóstoles del Señor.
«Así que llamaron a los apóstoles, los azotaron y les ordenaron que no siguieran hablando en el nombre de Jesús. Luego los dejaron ir. Los apóstoles se fueron de la reunión del Consejo, contentos de tener el honor de sufrir por causa del nombre de Jesús. Diariamente en el área del templo y por las casas, los apóstoles continuaban enseñando y anunciando las buenas noticias de que Jesús es el Mesías»:
— Hechos 5:40-42 (Palabra de Dios para Todos).
Los modernos, en cambio, les notas cierto aire de superioridad atribuidos por las mismas masas que creyentes que no leen con criterio sus biblias, sino que aman el pseudo evangelio de la prosperidad, y que prefieren pagar una boleta de un congreso para oírlos a ellos porque les endilgan una capacidad superior de interpretación, un poder místico, y una autoridad espiritual muy por encima del promedio de creyentes.
Los ves exhibiendo los típicos arquetipos de la teología de la prosperidad: modelando ser hombres exitosos, influyentes en los medios de comunicación y en grupos sociales exclusivos, amigos de políticos y famosos, siempre con trajes costosos, viviendo en mansiones de lujo, viajando en sus jets particulares, con escolta privada, y compitiendo por ver quién tiene el «ministerio» más exuberante y la iglesia más grande y modernizada.
Además, los generosos fondos que reciben de los miembros de sus congregaciones les permiten rentar espacios en canales de televisión privados y en la radio, y ni hablar del recorrido literario que ostentan publicando libros sobre cómo alcanzar el éxito, o cómo abatir la pobreza y la maldición, o sobre cómo activar el ministerio quíntuple, o cómo desatar las riquezas del cielo en tu vida, o cómo desarrollar el poder sobrenatural sobre tu ministerio, y en general todo tipo de títulos materialistas y místicos.
Ellos personifican el éxito, la influencia y el glamour que un gran sector del evangelicalismo contemporáneo desea, atraídos por un evangelio exitista, humanista y falso. Un evangelio de marketing, lejos por completo de una vida de arrepentimiento, sencillez de corazón y piedad.
«Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazarán la verdad e irán tras los mitos»:
— 2 Timoteo 4: 3-4 (Nueva Traducción Viviente).
Querido hermano, si estás dentro de un ministerio en el que se te prohíbe cuestionar al apóstol, o que te coaccionan a dar forzosamente el diezmo, más ofrendas, más primicias, pactos con Dios, votos, y además sembrar abundantemente en «fiestas de las cosechas» y cosas por el estilo con la supuesta promesa de que recibirás abundantemente, estás en un lugar donde se le rinde culto al dinero y al hombre, y no a Dios.
Si estás en un lugar donde la voz del apóstol es tan superlativa como la palabra de Dios — o incluso por encima de ella —, y en la que éste proclama sus propias ideas en detrimento de la autoridad bíblica, estás dentro de un ministerio más parecido a una secta, que a una iglesia.
Si estás dentro de una congregación en la que se predica más sobre éxito personal, liberación de la cautividad, guerra espiritual, maldiciones generacionales, el poder de lo sobrenatural, sanidad interior, el reino de Dios ahora, conquista tus gigantes, declara el poder de Dios sobre tu vida, desata la unción con tu boca, rompe la maldición de la pobreza, o cosas similares, estás dentro de un sistema de marketing engañoso, y no en una iglesia sana. ¡Ven a Cristo en arrepentimiento y fe!
«Pero tú debes mantener la mente clara en toda situación. No tengas miedo de sufrir por el Señor. Ocúpate en decirles a otros la Buena Noticia (evangelio) y lleva a cabo todo el ministerio que Dios te dio»:
— 2 Timoteo 4:5 (NTV).
~ Por Jeff Fontalvo.
CorazónReformado.
Originally posted 2020-11-14 09:10:59.